Me encantan las redes sociales y la televisión de hoy porque demuestra que es posible un mundo mejor. Por ejemplo las casas de empeños americanas, donde si te hace falta dinero solo tienes que ir allí y llevarles un cromo antiguo de un deportista famoso:
-Tengo un cromo de Mike Westinburg, el mejor jugador de rugby de todos los tiempos. Hizo dos millones de yardas en una temporada, dio doscientos mil pases, y batió el record de escupir al suelo.
El prestamista agarra la estampa y dice:
-Solo te puedo dar… 3.000 dólares.
¡3.000 Dolares!, que eso en euros son… 3000 dolares. Haz lo mismo en una casa de empeños española. Primero que si pasas a la casa de empeños y si por casualidad está el dueño, dirá:
–Amos a ver que trae el payo.
Y tú ya le puedes decir:
-Tengo una estampa del mundial de España 82, dónde sale Camacho sin sudar, abrazado a Clementina, y dándole por culo a Naranjito.
Que no te dará una mierda. Como con los coches, que por un Moustang de 1970 dan una pasta. Yo fui a un compra venta a ver que me daban por el Renault cinco de mi padre y ni salieron a verlo.
Aunque para programas increíbles, ese en el que ¡infiltran al jefe!. Que yo la primera vez que oí lo del jefe infiltrado creí que era porque tenía la rodilla chunga. Pero luego ví un capítulo y resulta que un jefe se hace pasar por empleado. Yo no me imagino al dueño de Zara en ese programa:
-Hola, me llamo Amancio Ortega y voy a pasar un día en Bershka.
Y que en las partes dónde se reúne con las trabajadoras le digan:
-(Mascando chicle) aquí el mayor problema lo tenemos descanso, que no hay. Encima en rebajas, entre la música, la gente, y el pinganillo en la oreja, parecemos porteros de discoteca. Que con tanto jaleo no sabes si te piden una talla o que vayas a separar marujas.
Y el Amancio,
-¿Y cuál crees que es la solución?.
-(Y la dependienta mascando chicle) Pues no se. Ahora que si yo supiera la solución no estaba trabajando aquí. Pregúntaselo a la jefa de almacén que acaba de terminar la ESO.
Entiendo que hayan cosas que no gusten de la televisión, como la publicidad, que a veces es un poco pesada:
-¿Tienes los quince puntos de carnet?, permíteme que insista. ¡Déjame en paz, cansino!.
Pero creo que hace más daño los programas de supervivencia, al mundo animal. Ese jabalí andando tan tranquilo por el campo y de repente le tiran del rabo (uyyyyyyyyy). Y agarrándole de una pezuña dicen:
-Hoy, en Jungla Salvaje, el Jabalí Australiano.
Y el cámara;
-Pero si estamos en Cuenca.
O si no los programas de supervivencia: El Último Superviviente, Duo de Supervivencia, Supervivencia en Pelotas,… que a ver qué necesidad tienen los animales de ver a un tío en pelotas. Si Dios quisiera que fuésemos desnudos no habría inventado ni los donuts, ni las tapas, ni el Primark.
Lo de Supervivencia en Pelotas es lo mismo que Duo de Supervivencia pero cambian a un hombre por una mujer y los desnudan. Es el que menos mérito tiene en cuestión de comer porque ambos tendrán algo que echarse a la boca.
En España hay una versión de este programa pero rollo amoroso, Adán y Eva pero no enseñan nada de la Biblia, aunque la que hace de Eva enseña la manzana.
Nos gusta ver gente en pelotas, que cuando en Adán y Eva sale un negro sube la audiencia.
A mí me gustaba un programa, SUPER CASAS se llamaba, que te enseñaban cómo eran las casas por dentro, las puertas, las ventanas. Al final lo quitaron, Supongo que fue porque se veía más en Rumanía que en España.
Lo que odio de la televisión es que aun hayan cadenas que piensen que para salir en televisión hay que ser alto y guapo. Es verdad que para ciertos programas es vital, que si el de Veterinario al Rescate no estuviera tan bueno no lo iba a ver nadie. ¿Quién iba a aguantar ver cómo le mete un brazo por el culo a un caballo?.
Y el animal verá un hombre atractivo y se dejará. Que en un capitulo dijo;
-Para tranquilizar a este oso, voy a practicarle un pajote.
Y el oso se dejó:
-AAAaAAAAaaaaAAAAAa. Parecía Chewaka.
Y como creo que esto último me parece una injusticia para los que no tenemos un cuerpo perfecto, ya sé de que hablar en el siguiente monólogo. Un abrazo y hasta la próxima risa.